Todos sabemos que la posición más ingrata dentro del fútbol es la del portero.
Desde luego, cuando un jugador de campo falla (especialmente los delanteros) no pasa gran cosa. Total, ya habrá otra oportunidad de meter la pelotita dentro del arco.
Pero si el que se equivoca es el arquero, entonces la cosa cambia.
En el fútbol americano se dice que la ofensiva llena estadios, la defensa gana partidos y los equipos especiales deciden campeonatos.
Algo similar pasa en el fútbol. Sólo que no son los equipos especiales. Es el portero el que carga con esa responsabilidad.
Y también se dice que la defensa de un equipo es tan buena como lo sea su portero.
México siempre ha sido tierra de buenos porteros. Baste mencionar al Cinco Copas, Antonio La Tota Carvajal, el Tubo Gómez, el Cuate Calderón, Olaf Heredia, Pablo Larios, Adolfo Ríos, Jorge Campos, etc.
Y actualmente porteros como Oswaldo Sánchez, El Gato Ortíz, Óscar Conejo Pérez, Guillermo Ochoa, entre otros.
Y hablando precisamente del Conejo, portero de la Máquina Celeste de la Cruz Azul, la semana pasada sufrió de dos errores muy costosos, uno no atacando bien una pelota de rutina y terminando por meterla a su propio arco, y en la otra, dejando chimuela una barrera, por donde entró el segundo gol de los rayados de Monterrey.
Otro portero, que en la misma semana cometió errores aún más garrafales es el arquero del Puebla, José Guadalupe Martínez.
Siendo el Conejo un portero de gran trayectoria y probada capacidad, no obtuvo el apoyo del técnico y no jugó el partido entre, curiosamente, el Cruz Azul y el Puebla; mientras el portero de la Franja fue apoyado con todo por su DT, aunque, finalmente, tampoco jugó ayer.
En fin, esperemos, por el bien de ambos porteros, que estas rachitas pasen pronto, y que pronto sean pilares de su equipo, como lo ha sido el ya histórico Conejo.
domingo, 30 de marzo de 2008
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